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Pedagogos españoles miran a la Primera República portuguesa

Cuando se proclama la Primera República en Portugal, en 1910 los grupos españoles ven colmadas buena parte de sus expectativas, comparten alegría y ilusión con los colegas portugueses, pensando que el proyecto de una república culta y políticamente madura puede hacerse realidad, primero en Portugal, y siguiendo su ejemplo, más tarde en España.

Hace cien años varios grupos de políticos, pedagogos, escritores, maestros, hombres y algunas mujeres de la cultura portuguesa y española miraban com expectativa y buenos deseos la llegada de la Primera República a Portugal. Era el año 1910, que venía preñado de enormes ilusiones para muchos portugueses, reto que también despertaba en muchos españoles filolusófonos el deseo de la consolidación del proyecto republicano portugués, y la necesidad de encontrar pautas próximas para aspirar a un cambio real en la política, la sociedad y la cultura españolas.
Si nos referimos de manera más concreta a la cultura y la educación, disponemos de afortunados modelos republicanos portugueses para otros equivalentes, aunque minoritarios, grupos de españoles progresistas, siempre próximos al republicanismo, al laicismo, y a veces al socialismo y el anarquismo. Nombres como Bernardino Machado o Francisco Giner de los Ríos son solamente el punto de partida y el emblema de toda una corriente ibérica que comparte la búsqueda transformadora de la sociedad a través de la educación y el proyecto republicano, en plena simbiosis. Estos grupos de pedagogos y educadores españoles y portugueses buscaban en el exterior, en Europa, aires pedagógicos nuevos, para inspirarse, compartir, tratar de cambiar, de erradicar pautas arcaicas en la educación y la cultura de los respectivos pueblos. Solían buscar entre pequeños o grandes modelos republicanos, siendo a veces la III República francesa, a veces la italiana, en ocasiones la Republica de Weimar, alguna vez entre pautas de los consejos o soviets que vivieron su momento cultural álgido antes de 1934. Estaban acostumbrados a mirar hacia Europa, hacia aquellos lugares donde se producía innovación educativa, donde se generaban nuevas formas de pensar y actuar pedagógicamente, para intentar cambiar también la sociedad. Pero siempre la cultura y la educación como referente, como hito e hilo conductor.
Por ello, cuando se proclama la Primera República en Portugal en 1910 los grupos españoles ven colmadas buena parte de sus expectativas, comparten alegría e ilusión con los colegas portugueses, pensando que el proyecto de una república culta y políticamente madura puede hacerse realidad, primero en Portugal, y siguiendo su ejemplo, más tarde en España.
De ahí que resulte plenamente coherente, muy lúcida, la decisión de proponer al Ministerio de Instrucción Pública de España para que ponga todos los medios a su alcance y permita conocer a fondo los avances pedagógicos, las reformas que inspiran e instauran los republicanos portugueses. ¿Pero a través de qué medio oficial, no clandestino, es posible, en una España que en los inicios de la segunda década del siglo XX es governada por una monarquía corrupta y gobiernos conservadores cegados de ineptitud?
Se había creado en 1907 la Junta para Ampliación de Estudios, por influencia de la Institución Libre de Enseñanza, para buscar y encontrar los medios de mejorar el sistema educativo y hacer avanzar la ciencia y la incipiente investigación. Este organismo oficial, no sin dificultades, comienza a caminar y a organizar eso que llamamos las becas o pensiones de estudio, para que jóvenes y brillantes estudiantes y profesores universitarios, animosos y competentes professores de las Escuelas Normales, inspectores de educación y maestros de enseñanza primaria, y también profesores de segunda enseñanza, conocieran algún aspecto de la educación del país que visitan como becarios, y al final del mismo entreguen un informe escrito de los resultados obtenidos.
Si bien en los comienzos de esta iniciativa la dotación económica para este capitulo de becas no era muy abundante, poco a poco se fue incrementando, y va a desempeñar en España una función decisiva en la mejora de la universidad y la educación pública, hasta su desaparición con la instauración definitiva de la dictadura de Franco en 1939. Pero ahora nos interesa destacar aqui que una de las primeras becas o pensiones que se conceden va dirigida precisamente al conocimiento, el estudio y la difusión de las reformas educativas que ha iniciado la república portuguesa en 1910. Se trata de Alice Pestana, educadora vinculada a la Institución Libre de Enseñanza, que vive en Madrid, brillante pensadora portuguesa, muy próxima a Bernardino Machado y esposa de Pedro Blanco, otro gran intelectual y educador republicano español. Es enviada en 1914 a Portugal para que en el plazo de varias semanas prepare un informe técnico en que aparezcan muy visibles los avances (o las limitaciones, errores y fracasos) de las reformas educativas logradas por la Primera República.
El resultado del informe de su viaje a Lisboa y otras ciudades portuguesas lo conocemos a través del libro que escribe a su regreso, y edita en 1915, titulado “La educación en Portugal”. El libro es un resumen ordenado de la organización del sistema educativo portugués del momento, en todos sus niveles y escalas, analizando el tenebroso punto de partida educativo que encuentran los colegas portugueses en 1910. A pesar de todo, para Alice Pestana los esfuerzos de los republicanos portugueses en pro de la educación son un motivo de aliento y esperanza para los españoles, porque dice que se encuentran en el caminho correcto, apuntalando ante todo la escuela primaria.
Entonces republicanos españoles buscaban en la educación de la república portuguesa modelos de innovación, y motivos de ilusión y esperanza para una nueva sociedad, a través de una sociedad más culta y educada, asentada en la ciência y la razón.

José María Hernández Díaz

Universidad de Salamanca


  
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Edição:

Edição N.º 190, série II
Outono 2010

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