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El lado bueno de lo malo

Se habla de la crisis, se describen minuciosamente sus efectos, se maldice a los usureros que la han provocado, se hacen juicios catastrofistas, se golpea al gobierno desde la oposición (que debería llamarse Alternativa en lugar de Oposición) como si fuese su principal artífice… Pero se habla menos de lo que se puede hacer para salir de ella, de cuál es la actitud con la que se la debe afrontar.
Los problemas financieros tienen una estructura compleja. Jefrey Kluger, periodista de la revista Times, ha escrito recientemente un interesante libro titulado «Simplejidad», palabra que fusiona los términos simplicidad y complejidad. En él explica por qué las cosas simples acaban siendo complejas y las cosas complejas pueden ser simples. En el primer capítulo responde a la siguiente pregunta: ¿Por qué es tan difícil predecir el marcado de valores?
La salida de la crisis exige confianza en que se va a poder salir de ella. Y, además, coraje, creatividad, trabajo y perseverancia. Todo ello permite el crecimiento y el desarrollo personal y colectivo. Ha llegado a mis manos un texto de Albert Einstein sobre el tiempo de crisis. ¿Escribió Einstein realmente este interesante texto? No lo sé. No he localizado la fuente exacta. En su libro "The Wordl As I See it", publicado en 1935, habla de la crisis de 1930, aunque en términos diferentes. Lo que me importa es subrayar el espíritu que subyace al texto que ahora voy a reproducir. Obliga a pensar y a reaccionar. Ya sé que el argumento de autoridad ha de ser puesto en solfa pero, si alguien lo tumba de manera absoluta, me remito al análisis del contenido del texto más que a su autor. Es decir, que lo haya dicho quien lo haya dicho, en estos pensamientos se encuentra, a mi juicio, una gran verdad.
"No pretendamos que las cosas cambien si siempre hacemos lo mismo. La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países, porque la crisis trae progresos. La creatividad nace de la angustia como el día nace de la noche oscura. Es en la crisis donde nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias. Quien supera la crisis se supera a sí mismo sin quedar superado.
Quien atribuye a la crisis sus fracasos y penurias, violenta su propio talento y respeta más a los problemas que a las soluciones. La verdadera crisis es la crisis de la incompetencia. El inconveniente de las personas y los países es la pereza para encontrar salidas y soluciones. Sin crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida es una rutina, una lenta agonía. Sin crisis no hay méritos. Es en la crisis donde aflora lo mejor de cada uno, porque sin crisis todo viento es caricia. Hablar de crisis es promoverla, y callar en la crisis es exaltar el conformismo. En vez de esto, trabajemos duro. Acabemos de una vez con la única crisis amenazadora, que es la tragedia de no querer superarla".
Choca la filosofía de este texto con los titulares que diariamente nos ofrecen televisiones, radios y periódicos: análisis apocalípticos, anuncios de despidos masivos, incremento espectacular del paro, cierre de empresas, hundimiento de bancos, descenso de las ventas de coches, inflación galopante, inusitada deflación... Se ofrecen datos que siembran el presente de amargura y el futuro de sombras siniestras. Los emprendedores se retraen acobardados, los bancos niegan dinero, las familias guardan sus ahorros, se paraliza el mercado de viviendas... En resumen: desconfianza, miedo, encogimiento y miles de lamentos.
Los agoreros pronostican grandes calamidades. Se trata de personas como la que describe José Saramago en su interesante novela «El viaje del elefante»: una persona que sigue de un lugar a otro a un circo esperando que el equilibrista falle, se caiga y se estrelle contra el suelo.
Lo verdaderamente trágico es creer que no somos capaces de salir del atolladero. Y esto lo digo en dos vertientes distintas y complementarias. Como personas o familias en un nivel micro y como colectivos y países en un nivel macro. Alex Rovira acaba de publicar un interesante libro titulado «La buena crisis».
Este es el lado bueno del momento malo. Esta es la cara que hay en la cruz y la luz que hay en las sombras. El lado bueno es el esfuerzo por salir adelante, la lucha por superar los problemas, la inventiva para salir de las rutinas y la solidaridad para desterrar el individualismo exacerbado. Prefiero esta postura a su contraria. La de quienes se obstinan en buscar, porque también existe, el lado malo de lo bueno. Es más triste y más paralizante.

Miguel A. Santos Guerra


  
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Edição:

Edição N.º 187, série II
Inverno 2009

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