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Lecciones de las maestras (y de los maestros)

Maestros, escribe Steiner, con ?M? (en mayúscula) y en plural ?masculino?, precisando en el epílogo de su obra que ?ha habido pocas Maestras, aunque eminentes?, por mucho que las mujeres lleven décadas ?luchando por el lugar que en justicia les corresponde al sol de la ciencia y la tecnología?.

Los títulos siempre revelan intenciones. Y, con ellas, tomas de postura ante el discurso y la realidad, ante la escritura y la lectura; pero sobre todo ante las personas, dotados como estamos del extraordinario don de construirlos, de detener la mirada en ellos, o más aún, de interpretarlos. En pocas palabras dicen u ocultan mucho, constituyendo el principio o el fin de un recorrido que difícilmente puede prescindir de su autor o autora, pero que fácilmente puede dejar de cautivar a sus potenciales lectores y lectoras.
El autor que no puedo omitir es George Steiner (París, 1929), a quien sitúo en el origen de esta colaboración. Sus conferencias en la Universidad de Harvard en el curso académico 2001-02, posteriormente publicadas con el sugerente ?titulo? Lessons of the Masters, cuya edición en español(1) acabo de leer, revelan la infinita complejidad del quehacer pedagógico, al que se vinculan una amplia gama de tradiciones y disciplinas, de experiencias y vivencias de personajes ejemplares ? Platón, Virgilio, Dante, Brahe, Kepler, Dewey, Hussler, Heidegger, Levi-Straus o Maritain ?, entre los que incluye a Sócrates y Jesús, arquetipo de Maestros carismáticos que no dejaron enseñanzas escritas ni fundaron escuelas. Maestros, dice, eminentes por su capacidad de transmitir y apasionar, de mostrar y guiar, de enseñar y aprender en el intenso encuentro personal que pueden deparar las prácticas educativas, dentro y fuera de las aulas.
Maestros, escribe Steiner, con ?M? (en mayúscula) y en plural ?masculino?, precisando en el epílogo de su obra que ?ha habido pocas Maestras, aunque eminentes?, por mucho que las mujeres lleven décadas ?luchando por el lugar que en justicia les corresponde al sol de la ciencia y la tecnología?. El diagnóstico puede que sea incompleto e inconsistente, pero la distinción lejos de ser sutil parece categórica y en algunos de sus términos certera, al poner de relieve la persistente discriminación de la mujer en los roles que desempeña; y, más que esto, en el reconocimiento que de ellos se hace socialmente.
Duele que sea así cuando es difícil imaginar a la gran mayoría de nuestras aulas y centros de Educación Infantil y Primaria o Básica (y, cada vez más, ?afortunadamente?, de Secundaria, Superior o Universitaria) sin el activo protagonismo de miles de profesoras, ?Maestras? en el sentido más pleno y estimable de la palabra, realizando una labor docente de profunda trascendencia académica y humana. Dolor histórico y sociológico, cargado de estereotipos y silencios; aunque también de demasiados hechos y de decenas de palabras que siguen discriminando, excluyendo o relegando a las maestras en relación con los maestros en la atribución de determinadas responsabilidades (por ejemplo, en el acceso a los puestos de Dirección y Gestión) o en los modos de conducirse en las tareas más cotidianas, incidiendo en las relaciones personales, en actitudes y comportamientos que son esenciales para mejorar el clima institucional de los centros educativos.
Es, por ello, también un dolor ético que afecta en lo más profundo a los modos de concebir y construir la profesión docente ?de la que tantas veces, paradójicamente, se acentúa su ?feminización??, al que todavía ni nuestras sociedades ni nuestras Administraciones Educativas han conseguido dar el suficiente reparo, a pesar de los reconocibles avances normativos y legales, o del empeño puesto por quienes vienen reivindicando, desde muy diversos frentes, un cambio de rumbo en este trayecto secular: en los sindicatos, los colectivos de renovación pedagógica, los movimientos feministas, los foros parlamentarios? y hasta en algunos Ministerios de Educación particularmente sensibles hacia las condiciones en las que se concreta, o deja de hacerlo, la igualdad de género en las instituciones escolares.
Hacia el final de su obra, Steiner apunta que ?ningún empeño humano está totalmente libre de valores?. Tampoco, claro está, el que deberá situarnos en una realidad que sea mucho más acorde con los derechos y deberes de los maestros y maestras, para que unas y otros, éstos y aquéllas, puedan construir un futuro de equidades más tangibles, como profesionales y ciudadanas. Como ciudadanos y Maestras a quienes nada justifica que debamos seguir retratando en función del desigual alcance y ?valor social? que parecen tener sus ?lecciones?. Por todo lo que comporta, también como enseñanza y aprendizaje cívico, la ética de la profesión docente no puede ser indiferente a lo que suceda, en uno u otro sentido.

(1) Steiner, G. (2004): Lecciones de los Maestros. Siruela, Madrid.


  
Ficha do Artigo
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Edição:

N.º 148
Ano 14, Agosto/Setembro 2005

Autoria:

José Antonio Caride Gómez
Professor Catedrático de Pedagogía Social, Univ. de Santiago de Compostela
José Antonio Caride Gómez
Professor Catedrático de Pedagogía Social, Univ. de Santiago de Compostela

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