HAY PERSONAS ESPECIALIZADAS EN EL USO DE «ES QUE?». HACEN UN USO TAN FRECUENTE DE ESTA LOCUCIÓN EXCULPATORIA QUE YA LO HAN MECANIZADO. EN LUGAR DE RECONOCER UN ERROR, DIRÁN: ES QUE?
Hay personas especializadas en el uso de esta locución exculpatoria. Personas que hacen un uso tan frecuente de ella, que ya lo han mecanizado, lo han convertido en un automatismo. Seguro que el lector conoce a más de una. Porque abundan. En lugar de reconocer un error, una equivocación, un despiste o un fallo, dirán con una contundencia y un desparpajo admirables: Es que... Sorprendidas en un lugar inadecuado, dirán de forma inmediata y determinada: - Es que me dijeron que viniera aquí... Si tienen un olvido imperdonable, cuando se les pide cuentas, se disculpan: - Es que no me lo explicaron claramente... Si cometen un error de consecuencias terribles manejando con torpeza un aparato, se refugiarán detrás de la disculpa: - Es que funciona defectuosamente... Si son autores de una horrible violación, tratarán de eludir la responsabilidad: - Es que la chica llevaba una minifalda provocativa., lo estaba buscando. Son frecuentes las exculpaciones que se convierten en clara y manifiesta acusación a los demás, de manera que el error propio se convierte en una acusación al otro (al hermano, al alumno, al profesor, al amigo, al adversario político...). - Es que Fulanito provocó mi error... La culpa es suya. Estas personas no son capaces de reconocer un error, de admitir un fallo, de manifestar una deficiencia... En definitiva, de asumir la responsabilidad. Y tienen una rara habilidad para cargar en las espaldas de los demás el peso de sus fallos. Si te pisan dirán que no tenías que tener el pie debajo en ese momento. Si les pisas dirán que tenías que haber mirado previamente. Ellas son perfectas. Nunca tienen la culpa de nada. En política, este proceder psicológico (lo podríamos llamar "esqueismo"), tiene manifestaciones tan constantes como pintorescas. - Es que quienes gobernaban antes nos han dejado una herencia catastrófica... - Es que la oposición no colabora en asuntos de interés general... - Es que la coyuntura económica mundial ha tenido un retroceso imprevisible... - Es que los técnicos dijeron que el Prestige... - Es que los informes decían que había armas de destrucción masiva en Irak... Y esas armas acabarán apareciendo.. Por eso nadie pide perdón, por eso nadie dimite, por eso siempre se presenta a los otros como culpables. "Todos son culpables, salvo yo", decía Celine. En el campo de la enseñanza, que me resulta tan cercano, también se practica con frecuencia el "esqueismo": es que los alumnos son vagos, torpes y están mal preparados, la Administración es injusta, las familias son desaprensivas, la sociedad es desastrosa, los sueldos son bajos, la televisión resulta estúpida. Los alumnos también lo practican con soltura: es que los profesores son exigentes, me tienen manía y no saben explicar, los libros son difíciles, el Colegio o el Instituto son aburridos. Las familias pueden apuntarse, como no podía ser menos, a esta reacción que impide pensar, reconocer y actuar positivamente: es que los profesores sólo piensan en las vacaciones, sólo se preocupan de loss que van bien, es que los chicos sólo piensanen divertirse, es que la vida se ha puesto así. Hay explicaciones que resultan creíbles. Otras que se convierten en una agresión para los demás. Y algunas que son tan pintorescas que te hacen reír. Recuerdo que uno de mis primeros alumnos de educación primaria llegó tarde a clase. No olvidaré nunca la explicación con que pretendió justificar el retraso: - Es que me ha salido un toro en la calle y he tenido que torearlo. Claro que cuando se trata de explicar desastres, de justificar errores dramáticos, de dar cuentas sobre una tragedia o una omisión de efectos nocivos las explicaciones exculpatorias nunca resultan graciosas. Resultan irritantes, desvergonzadas y, por consiguiente, imperdonables. Muchas de ellas nacen de la irresponsabilidad, es decir, de la incapacidad de dar respuesta de los propios actos. La causa de un mal proceder (cuando éste es evidente, porque si no se haría pasar lo malo por bueno o por inocuo) son los otros, es el fatalismo (las cosas son así) o el determinismo biológico (es que yo soy así). Desde el punto de vista psicológico la irresponsabilidad está asociada a la inmadurez o a las deficiencias mentales. Quienes acuden sistemáticamente al "esqueismo" confunden las acciones con el ser. Y si han hecho algo torpe o malo formulan una conclusión inadmisible para ellos: yo soy inútil, yo soy malo. En lugar de pensar: Yo he cometido un error o he realizado una mala acción. Desde el punto de vista social, la irresponsabilidad demuestra una pésima integración del individuo en una colectividad civilizada. Por eso el individuo maduro, el individuo responsable, es capaz de asumir sus fallos y sus limitaciones. Y es capaz de hacer frente a la consecuencias de sus actos. Pascal Bruckner, autor en 1995 de "La tentación de la inocencia", auténtico vademecum de la moderna cultura de la irresponsabilidad, dice: "Llamo inocencia a esa enfermedad del individualismo que consiste en tratar de escapar de las consecuencias de los propios actos, a ese intento de gozar de los beneficios de la libertad sin sufrir ninguno de sus inconvenientes". Al rechazar su responsabilidad, las personas se convierten en autistas morales. Unas veces mediante la maldad, otras mediante el autoengaño. Y es que, como decía La Rochefoucauld: "Es tan fácil engañarse a uno mismo sin darse cuenta como engañar a los demás sin que se den cuenta". No nos engañemos. No nos dejemos engañar.
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