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Queridos profesores y profesoras de Portugal - Hay que parar la guerra

Estamos en vísperas de una guerra terrible. Quizás, en el amanecer de la TERCERA GUERRA MUNDIAL. Me duele que haya sido en Azores donde se ha tomado la última decisión.  Y me duele especialmente que el Presidente del Gobierno de mi país haya colaborado tan activamente en el estallido del conflicto armado. La foto del Presidente Bush, que probablemente habreis visto, posando la mano sobre el hombro del  señor Aznar, es un yugo que convierte a nuestro Presidente en un tirano belicista y en un lacayo miserable. Porque está claro que, desde una situación de absoluta dependencia, no puede actuar en libertad.

¿Qué podemos pensar, sentir y hacer los profesores para seguir pensando en la paz, en la educación para la paz? ¿Qué postura debemos adoptar ante el conflicto que, seguramente cuando leais estas líneas, estará en pleno fragor? Como decía el poeta: Tristes armas si no son las palabras.

En primer lugar,  creo que nadie puede quedarse impasible e indiferente ante tanta inmoralidad, ante tal despropósito, ante tanta mentira. Quienes dicen que no quieren meterse en política están adoptando de forma patente una postura política, que es la de quedarse al margen. Es una obligación ciudadana tomar postura, es una exigencia de la ética civil estar situado al lado no de quienes hacen la historia sino de quienes la sufren. Está claro que, a mi juicio, hay unas víctimas indiscutibles en este conflicto: los habitantes de Irak, los niños inocentes que veo jugar al fútbol en las calles, las niñas a las que veo correr por las plazas, las mujeres y los hombres que improvisan refugios para protegerse... Mientras tanto abandonan el país los inspectores, los diplomáticos, los turistas... ?Déjenlos a ellos, los pobres, los miserables, que los vamos a destruir?, vienen a decir los poderosos.

En segundo lugar, creo que es imprescindible analizar la situación con rigor. Comprender que el concepto de guerra preventiva es una perversión del derecho. Hoy les explicaba a mis alumnos: Imaginaos que un profesor llega a clase y os dice que pongais las manos sobre la mesa, imaginaos que con un machete va cortando vuestros dedos, imaginaos que la razón con la que se justifica es que lo hace para prevenir la copia en los exámenes... Qué injusticia, qué falta de lógica. Pues bien, el castigo de la guerra preventiva es la muerte para  muchos inocentes. Es necesario tener en cuenta que el unilateralismo quiebra el orden internacional. Cada país podrá declarar la guerra cuando lo considere justo y necesario. No hará falta mandato alguno de la ONU, ni exigencia de pruebas, ni aportación de evidencias. Resulta indecente ver cómo los avances de los inspectores se contraponían a las amenazas, a la presencia de tropas y a la exigencia de plazos impuestos. No se puede ignorar que existen intereses económicos (venta de armas,  compraventa de petróleo, beneficios de la reconstrucción...), intereses geoestratégicos (dominio de la zona, imposición del poder...), eurización frente a la hegemonía del dólar... Por otra parte, decir que quienes se oponen a la guerra son defensores de Sadam Hussein no es más que una patraña. Decir que quienes se oponen al conflicto están alimentando el terrorismo internacional no es más que una falacia. No existen pruebas fehacientes de las tan traídas y llevadas  conexiones de Irak con Al Qaeda.

En tercer lugar, es indispensable reconocer que se ha abandonado la vía de la negociación  y del diálogo exigida por los inspectores y aconsejada por la mayoría de miembros del Consejo de Seguridad. Se han roto los plazos en una inadmisible urgencia por iniciar los bombardeos. Se ha fracasado en la diplomacia porque había intereses por desencadenar un conflicto armado que mostrase claramente al mundo quién es el que manda.

En cuarto lugar, hay que dejar bien claro que cualquier guerra no sólo convierte en víctimas a quienes mata, lesiona o empobrece. Son víctimas de la guerra los agresores porque se envilecen, se llenan de ignominia y de brutalidad. Y también son víctimas los testigos que aprenden terror, violencia y mentira. Las guerras siempre las declaran los poderosos y las sufren los débiles. Aunque un país pierda la guerra, la ganan lo ricos. Aunque un país gane la guerra la pierden sus pobres.

Queridos profesores y profesoras de Portugal, creo que ante el horror de los bombardeos no podemos quedar impasibles. Hay que gritar no a la guerra, no en nuestro nombre, no con nuestro silencio. Es preciso tomar posición por la paz. No podemos estar de espaldas al conflicto. No debemos ignorar las razones que han llevado a la destrucción de tantos inocentes. ¿Qué hacer? Debatir los problemas de la paz entre el profesorado, plantear la cuestión en las clases, invitar a los alumnos a expresarse, organizar actos informativos,  manifestar públicamente la postura... Las instituciones educativas no pueden quedarse al margen de los dolores del mundo.

Esta situación me hace pensar en el sentido profundo de la democracia. ¿Cómo es posible que quienes gobiernan nos hayan llevado a una guerra cuando millones de ciudadanos hemos gritado una y mil veces que no la queremos? ¿A quién representan los gobernantes? ¿En nombre de quién deciden? Es preciso reinventar la democracia, reconstruirla, profundizar en su sentido moral. La mayoría de votos, aunque sea absoluta, no legitima para tomar éticamente cualquier decisión. Si así fuera, se estaría matando en nuestro nombre, en nombre de los ciudadanos y ciudadanas que sólo queremos la paz.

Málaga, 17 de Março de 2003


  
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Edição:

N.º 122
Ano 12, Abril 2003

Autoria:

Miguel Ángel Santos Guerra
Professor Catedrático de Didática e Organização Escolar, Universidade de Málaga
Miguel Ángel Santos Guerra
Professor Catedrático de Didática e Organização Escolar, Universidade de Málaga

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