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Cualquier mirada al futuro digital de Galicia obliga a humanizar

La ética no pide nada y obliga a casi todo, tanto en un plano individual como colectivo. En ella nos va la vida, sean cuales sean las circunstancias en las que proyecte sus prácticas reflexivas, cerca o lejos. Como nunca antes, incluso sin nombrarla, cuestiona muchos de nuestros particulares modos de ser y estar en el mundo, alertando sobre sus verdades incómodas: desde el hambre y la pobreza hasta las injustas e injustificadas desigualdades sociales, pasando por la degradación ambiental o el deterioro de las democracias.

Sin obviarlas, la aparición y expansión de la cibernética, la masificación de sus dispositivos tecnológicos y la irrupción de los lenguajes digitales, posibilitan que haya más acontecimentos accesibles — visibles y audibles— en sus pantallas que en cualquiera de las rutinas cotidianas heredadas. Lo virtual, paradójicamente, se confunde con lo real, elogiándose acríticamente sus bondades. Mientras que sus redes inalámbricas se tejen borrosamente, muchas de sus consecuencias prácticas —para lo bueno y lo malo— son cada vez más perceptibles en el tránsito del ocio al negocio, de las razones a las emociones, de la privacidad a la seguridad; también en la vivencia del tiempo y del espacio, en la importancia de las imágenes y las palabras, en la identidad de lo público y lo íntimo. Está cambiando el modo de mirar al mundo, de leerlo e interpretarlo. Su transformación es irreversible.

En este escenario, cualquier mirada al futuro digital de Galicia en una sociedad de redes obliga a poner énfasis en los derechos y deberes de la ciudadanía. Para construirlo, la educación está llamada a desempeñar un papel clave, desde la infancia hasta la vejez, activando e integrando las múltiples dimensiones que humanizan los contenidos de las enseñanzas y los aprendizajes en las instituciones educativas y en la sociedad. Deberá hacerlo con saberes y pedagogías que nos hagan más libres, responsables y conscientes, dotando a las personas de una visión crítica, con valores.

Cultivar los valores éticos como virtudes no deriva de lo virtual, sino de la visión moral.

 

José Antonio Caride Gomez

Artigo publicado na La Voz de Galicia, a 14 de dezembro de 2020

©La Voz de Galicia


  
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