Página  >  Opinião  >  Contra todo esto... Educación

Contra todo esto... Educación

Contra todo esto, convocamos a la educación. Frente todo esto, necesitamos de la educación. Ante todo esto, hagamos de la educación uno de los tesoros más preciados a descubrir en ese aprender a aprender, hacer, ser y a convivir. Los cuatro pilares a los que hace veinte años confió la educación su futuro, cuando todavía parecía creíble que la ‘educación para todos’ era un sueño realizable.

Iniciábamos el milenio diagnosticando sus orfandades. Lo hacía, con su acostumbrado magisterio ético, Boaventura de Sousa Santos, poniendo de relieve como las sociedades del siglo XXI se intuyen a si mismas al borde de un precipicio, sin saber muy bien cómo hemos llegado hasta aquí, sin apenas rastros del pasado y abocados a un futuro que no ofrece mucha más luz. Coincidían sus lecturas del mundo con las de muchos otros (Bauman, Beck, Bourdieu, Chomsky, Habermas, Giddens, Baudrillard, Innerarity, ...), cuyos testimonios han alentado una visión profundamente crítica de las sociedades que habitamos, entre la frustración y el desasosiego, las injustificadas pobrezas extremas – no solo las económicas – de gran parte
de la población y las injustas opulencias de unas privilegiadas minorías.
«Contra todo esto», Manuel Rivas, escritor y ensayista gallego, acaba de publicar una de sus (pen)últimas obras: un manifiesto rebelde (Edicións Xerais/Alfaguara), aleación de razones y sensibilidades que denuncian, sin concesiones, que vivimos en tiempos de retroceso, de aumento de las desigualdades, de substracción de las libertades, con destrozos ecológicos y humanos irreparables. Un tiempo de verdades incómodas que recuerdan la fragilidad de las democracias y de los derechos que las amparan. El fascismo, la xenofobia, el racismo, la intolerancia... vuelven a recorrer el planeta, del Norte al Sur y del Sur al Norte: en cualquier sur del Norte, en cualquier norte del Sur. El mundo al revés está a la vista y su metafórica escuela patas arriba extiende sus fronteras, incluso más allá de lo que imaginara Eduardo Galeano: “es el mundo tal cual es, con la izquierda a la derecha, el ombligo en la espalda y la cabeza en los pies”. El corazón en ningún lado, la ciudadanía por los suelos.
Rivas, que fue una de las voces que encarnaron el “nunca máis” cívico en la plaza del Obradoiro, en Santiago de Compostela, dando cauce a la marea colectiva que se alzó contra los desastres ecológicos y sociales provocados por el hundimiento del buque petrolero Prestige en noviembre de 2002 en las costas de Galicia, Portugal, Francia... lee entre vidas para escribir entre líneas, reivindicando el derecho a la esperanza... que no se espera: “hay que arrancársela a los brazos del conformismo”. Para hacerlo hay que sentir la vergüenza que ayuda a ver lo que es todo esto de miseria, pobrezas e inhumanidad.

Nueva arquitectura social. Contra todo esto, el valor de la palabra educada y de la educación que educa con las palabras: nada más ni nada menos para que, pedagógica y socialmente, nos demos la oportunidad de un porvenir sostenible que no invoque el desarrollo humano en vano, como llevamos décadas haciéndolo sin aclarar a favor de quién o contra quién los modos de producir y consumir en los que nos hemos instalado.
Contra todo esto que Manuel Rivas dirá es ‘descivilización’, ‘retroceso y rearme’, ‘producción de miedo para poner en cuarentena derechos y libertades’, ‘la sustracción de la democracia’, ‘la producción de grietas de desigualdad’... convocamos a la educación. Frente al todo esto que es “el desmantelamiento de los espacios comunes ´’, ‘la producción del odio hacia el otro, al diferente’, ‘el machismo como sistema’, ‘la guerra contra la naturaleza y la caza de los ecologistas’, ‘la indiferencia y el cinismo’... necesitamos de la educación.
Ante el todo esto que se refugia en los paraísos fiscales y en la corrupción sistémica que no cesa, ‘mezcla de la economía gris y la criminal’, impulsando ‘la creciente mercantilización y burocratización de la enseñanza’, abonando la ‘desmemoria, o, peor aún, contramemoria’... hagamos de la educación uno de los tesoros más preciados a descubrir en ese aprender a aprender, a hacer, a ser y a convivir. Los cuatro pilares a los que hace veinte años confió la educación su futuro, en el que conocimos como Informe Jacques Delors auspiciado por la UNESCO, cuando todavía parecía creíble que la “educación para todos” era un sueño realizable.
Lejos de procurarlo, y aún todavía más lejos de conseguirlo, continúa siendo una pesadilla que millones de personas – niños y mujeres, principalmente – no tengan la esperanza de una escuela. De ahí que tengamos la ineludible tarea de repensar nuestros modos de educar y educarnos, poniendo la educación al servicio de una nueva arquitectura social: a favor del bien común (como principio moral) y de los bienes comunes (como patrimonio simbólico y material) en los que se inscribe la vida en toda su diversidad.
Un educar educando que ponga énfasis en valores, actitudes y comportamientos que agranden nuestra condición humana, en todo tiempo y lugar, individual y colectivamente. En las vivencias y en todas sus convivencias, en lo local y en lo global.

José Antonio Caride


  
Ficha do Artigo
Imprimir Abrir como PDF

Partilhar nas redes sociais:

|


Publicidade


Voltar ao Topo