Página  >  Opinião  >  En campaña electoral

En campaña electoral

No me gusta el ataque indiscriminado a la clase política. Porque es profundamente antidemocrático. Ni todos los políticos son malos, ni todos son iguales. Igual de malos, se entiende.

La perversión política es especialmente dañina cuando se produce en una democracia. Porque quienes han sido colocados en un puesto de responsabilidad por los votantes son quienes esquilman, dañan o engañan a la ciudadanía. No es tan despreciable la corrupción en las dictaduras. Digamos que la extorsión es lo suyo. Descalificar genéricamente a los políticos equivale a despreciar el sistema político que nos hemos dado. La democracia garantiza la libertad, incluso para poder criticar su funcionamiento cuando es deficiente. El comportamiento de los políticos tiene que ser del todo ejemplar. El ruido de lo que son llega a los oídos de los ciudadanos y ciudadanas con tanta fuerza que les impide oír lo que dicen. No hay forma más bella y más eficaz de autoridad que el ejemplo.
Si los grandes triunfadores del sistema educativo, que son quienes gobiernan los pueblos, no están debida y eficazmente preocupados por que descienda en el mundo la injusticia, la ignorancia, la desigualad y la opresión, por qué hablamos de éxito del sistema educativo?
Cuando fue elegido Donald Trump para la presidencia de los Estados Unidos, el director del periódico donde escribo semanalmente me pidió un artículo. Lo escribí y lo titulé así: “El problema no es Donald Trump”. El primer problema, decía en el artículo, es que Trump tenga tantos millones de votantes. El segundo problema es la escuela a la que acudieron esos votantes. Aprendieron en ella a pensar? Aprendieron a convivir?
Además de la dimensión técnica de la política hay que tener en cuenta la dimensión ética. Es decir, la defensa y el ejercicio de los valores. Lo cual empieza por los métodos que se utilizan para acceder al poder. Parece que cualquier camino que lleve a ganar es legítimo. No es así. Todos los políticos quieren acceder al poder. Es curioso cómo unos critican en otros lo que en ellos mismos es un dogma de convicción y acción: quieren el poder; no quieren dejar el poder. El problema es lo que se hace o se deja de hacer para conseguirlo. La ética debe estar presente en el ejercicio del poder y en el camino que se recorre para conseguirlo.

Infierno y cielo. Un político muere. Al llegar al otro mundo le dicen que tiene que pasar 24 horas en el infierno y 24 en el cielo. Luego tendrá que decidir, con sumo cuidado, dónde quiere pasar la eternidad. No hay marcha atrás después de la elección. Decide empezar por el infierno. Abre la puerta y allí encuentra a otros políticos de su partido, vestidos con trajes elegantes. El clima es benigno y la gente que encuentra es hermosa y amable. Camina y se encuentra un campo de golf, en el que juega complacido unos hoyos. Siente hambre y pregunta dónde puede comer algo en el infierno.
— Mire usted – le dicen – hay un restaurante llamado El Tridente. Allí puede comer gratuitamente lo que desee.
Llega al restaurante, se acomoda y estudia la carta. Pide los mejores manjares (langosta, caviar, carnes exquisitas...) y elige vinos de las marcas más caras.
Al salir recuerda que han anunciado para esa tarde fiestas, bailes y diversiones variadas. Está encantado. Cuando le avisan de que han finalizado las 24 horas se lleva un buen disgusto. Pero tiene la esperanza de que en el cielo todo será aún mejor. Llega al cielo y ve que hay unas nubes blancas de diferentes tamaños. Le dan un arpa, aunque no sabe tocar. Allí no hay nadie. Pregunta si se puede ir ya y le dicen que no. Debe esperar 24 horas. La experiencia se le hace eterna.
Cundo termina le preguntan donde quiere pasar la eternidad. Lo tiene que pensar con cuidado porque, una vez hecha la elección, no hay marcha atrás. Dice que lo tiene claro, que quiere ir al infierno. Cuando llega, ve a los políticos de su partido con unos trajes andrajosos buscando comida en la basura, el clima es irrespirable y el olor insoportable Ni rastro de los campos de golf. Cuando pregunta por la comida le dicen que tiene que buscarla en la basura. Quiere cambiar la decisión, pero le dicen que ya no es posible. Decide protestar. Y lo hace. Cuando pregunta por las causas del horrible cambio, le dan esta explicación:
— Es que ayer estábamos en campaña electoral.

Miguel Santos Guerra


  
Ficha do Artigo
Imprimir Abrir como PDF

Partilhar nas redes sociais:

|


Publicidade


Voltar ao Topo