Página  >  Opinião  >  Masoquismo económico

Masoquismo económico

Hay que denunciar esta dinámica destructiva. Hay que elevar la voz para decir que esta política nos lleva al desastre. Es preciso abandonar la práctica de ese deporte conformista que consiste en encogerse de hombros y mirar hacia otra parte.

Todo el mundo sabe que la educación es un asunto decisivo para las personas y para las sociedades. Las familias saben que si quieren dejar en herencia algo importante a sus hijos e hijas, más que dinero, o casas o joyas, deben dejarles educación. Creo que nadie duda de que las sociedades prosperan a través de la buena educación de los ciudadanos. “La historia de la humanidad es una larga carrera entre la educación y la catástrofe”, dice Herbert Wells.
No hay debate en televisión o radio que no sitúe en la educación la solución a los problemas de la sociedad. Hay problemas medioambientales? Educación para aprender a cuidar la tierra. Hay problemas de violencia? Educación para la paz. Hay problemas de drogas? Educación para la salud. Hay problemas de sexismo? Coeducación... Y así sucesivamente.
Estoy convencido de que la salida de la crisis no se encontrará en los cuarteles, ni en los bancos, ni en los despachos ministeriales, ni en las iglesias, ni en las multinacionales, sino en las escuelas. Entiendo la educación no como una mera acumulación de conocimientos, sino como el desarrollo de la capacidad de pensar y de convivir. No hay conocimiento útil si no nos hace mejores personas.

Castigar sin piedad. Resulta incomprensible e indignante esta ola de recortes en educación que nos ha invadido. Esta violenta agresión a lo que debería considerarse más sagrado de una sociedad. Este retroceso imperdonable a situaciones ya superadas. Sé que la educación de calidad es cara, pero no tener educación, o tenerla de mala calidad, es mucho más caro.
Los recortes conducen inexorablemente al empobrecimiento de la calidad. Existen muchas evidencias que permiten afirmar que los recortes en educación se convertirán en una espantosa lacra social. Porque no hay mejor inversión que la educación. A la larga, no hay inversión más rentable - hace unas semanas se ha hecho público un estudio que ha publicado la Fundación del BBVA; de él se puede concluir que la rentabilidad de la inversión en educación es del 7% frente al 4% de media de la Bolsa.
Los recortes y las medidas que se están llevando a cabo en educación en España nos conducen inexorablemente al desastre. No hay mayor estupidez que lanzarse con la mayor eficacia en la dirección equivocada. Eso es masoquismo económico. Castigarse sin piedad. Eso es aplastar lo que está creciendo, matar lo que está vivo, detener lo que está avanzando, envenenar lo que está sano.

Hechos gravísimos. Qué sentido tienen todos estos recortes que estamos viendo aplicar con no menor asombro que indignación? Porque tienen también un efecto sobre la psicología de los profesionales y de la ciudadanía en general. Ver lo que se hace desalienta al más optimista. Destruye la esperanza del más osado. Qué podemos esperar de un país cuyos mandatarios deshacen lo que se había conseguido en una parcela tan sensible como la educación? Lo más triste es que parecen hacerlo sin sentimiento de culpa, sin la menor conciencia del daño. O, lo que es peor, con la etiqueta sádica del tan significativo como repetido “que se jodan”.
Nos encontramos, pues, ante un hecho gravísimo. Si hasta ahora había problemas, al renunciar a las inversiones en la educación, se agravarán sin remedio. Dice Luis García Montero: “El deterioro de la educación pública, además de un reparto de negocios particulares, responde a la estrategia de excluir los compromisos sociales de la relación entre individuos.
Al romper el contrato pedagógico, estamos poniendo nuestro futuro en manos de los mercados. Después de lo que llevamos visto, no es un disparate?”. Así lo creo.
Hay una cuestión todavía más sangrante. Es la que nos sitúa ante los agravios comparativos. Estas medidas de recorte perjudican más a los más desfavorecidos. Bernstein dijo: “El ritmo de los aprendizajes que hace falta seguir hoy en la escuela es tan acelerado que hace falta una segunda escuela en la casa para seguirlo”. Y mi pregunta es: Y los que no la tienen? Esos ya eran desgraciados antes de ir a la escuela. Y por ir, son ahora doblemente desgraciados, porque están abocados al fracaso.

Reforzar el compromiso. Qué hacer ante estos persistentes atropellos de la educación? Cómo responder a estas nefastas políticas que recortan una y otra vez el sistema educativo, esquilmando la calidad educativa?
Hay que denunciar esta dinámica destructiva. Hay que elevar la voz para decir que esta política nos lleva al desastre. Es preciso abandonar la práctica de ese deporte conformista que consiste en encogerse de hombros y mirar hacia otra parte.
Hay que reforzar el compromiso con la educación, cada uno desde el puesto en el que se encuentra dentro de la sociedad. Los profesionales de la educación haciendo un trabajo más concienzudo, las familias incrementando su participación, los ciudadanos permaneciendo atentos y solícitos al devenir político.
Y todos y todas apostando al optimismo a pesar de todos los pesares.

Miguel Santos Guerra


  
Ficha do Artigo
Imprimir Abrir como PDF

Partilhar nas redes sociais:

|


Publicidade


Voltar ao Topo